La mañana era preciosa para la práctica del deporte, si no fuera porque iba con resaca después de celebrar un cumpleaños por todo lo alto de mi querida amiga Silvia. Iba temeroso después de enlazar varias copas, vinos y cervezas durante toda la tarde/noche anterior. Pero la filosofía es precisamente esa: disfrutar de TODO.
Allí nos encontrábamos mi hermano Pedro y yo. Dispuestos a darlo todo. El pistoletazo sonó y salimos todos escopetados con ritmos de vértigo. Pensaba iría moderándose pero descubrí que no sería así. El ritmo medio apenas llegaba a los 4m/km, iba al límite, pero sabía que era poca distancia y podría aguantarlo si no se me salían por la boca las copas de whisky del día anterior...jajaja
Vi que Pedro me seguía relativamente cerca, la distancia no era superior al minuto. Se daban dos vueltas a un circuito que pasaba por zonas que subías y otras que bajabas.
Aunque sinceramente estas pruebas no las haces por competir con los demás, si no contigo mismo, con lo que sabes que puedes dar, siempre hay un fondillo de "pique" entre los que conoces y tu. Aunque sea por medir estados de forma...ese el caso de mi hermano y yo. Sabemos que él le pega muy bien a la bici y yo por el contrario tengo más entrenado la parte de carrera a pie. Con lo que debía sacarle cuanto más mejor en la carrera a pie, por que en la bici me iba a pasar por encima.
Terminé la parte de correr y me dirigí a los boxes a coger la bicicleta. Empezaba la parte que más me iba a costar. Por la sencilla razón que de, literalmente, no había cogido la bici en los últimos 9 meses. Con todo lo que ello supone. Nada más montarme, me doy cuenta que me sale un dolor de espalda en la parte inferior que me acompañaría durante toda la carrera.
EL Duatlón en sí estaba muy bien organizado, grandes patrocinadores, voluntarios muy voluntariosos y muy generosos en cuneo a avituallamiento.
Tenía pensado que si aguantaba la primera de las dos vueltas sin que Pedro me cogiera, podría salvar un tiempo decente en la bici, pero a menos de la mitad de la prima vuelta, me pasó como si fuera un tren de alta velocidad...
Aguanté como pude el resto del segmento bici. Y por fin, llegué de nuevo al box para volver a correr, esta vez, sólo 2,8km. Me costó ponerme erguido por el dolor de espalda tan fuerte que llevaba, pero a los pocos metros se me fue disipando. No llevaba ni 1 kilometro cuando vi de lejos a mi hermano Pedro, que con tirones y calambres, le costaba correr. Lo cogí cuando estaba parado estirando, le pregunté si necesitaba de mi y respondió negativamente.
En ese momento yo iba redondo, me sentía un guepardo veloz y no me temblaba el pulso por ir al máximo de lo que podía, sabía era muy poca distancia y había que darlo todo.
Torcí la última curva para acometer la línea de meta, una vez más allí estaba mi familia y algunos amigos que habían venido a acompañarme y echar un buen día de domingo en el campo.
Finalmente Pedro cruzó la línea de meta con un sabor agridulce, pero logró superar los dolores que le acecharon y acabar la prueba.
Felicitar de corazón a la gran organización de la prueba y a los ganadores, en especial a María Pujol, que pude acompañar de cerca durante unos kilómetros de carrera a pie.
Si hay ahí, gracias por estar
Clic
Vi que Pedro me seguía relativamente cerca, la distancia no era superior al minuto. Se daban dos vueltas a un circuito que pasaba por zonas que subías y otras que bajabas.
Aunque sinceramente estas pruebas no las haces por competir con los demás, si no contigo mismo, con lo que sabes que puedes dar, siempre hay un fondillo de "pique" entre los que conoces y tu. Aunque sea por medir estados de forma...ese el caso de mi hermano y yo. Sabemos que él le pega muy bien a la bici y yo por el contrario tengo más entrenado la parte de carrera a pie. Con lo que debía sacarle cuanto más mejor en la carrera a pie, por que en la bici me iba a pasar por encima.
Terminé la parte de correr y me dirigí a los boxes a coger la bicicleta. Empezaba la parte que más me iba a costar. Por la sencilla razón que de, literalmente, no había cogido la bici en los últimos 9 meses. Con todo lo que ello supone. Nada más montarme, me doy cuenta que me sale un dolor de espalda en la parte inferior que me acompañaría durante toda la carrera.
EL Duatlón en sí estaba muy bien organizado, grandes patrocinadores, voluntarios muy voluntariosos y muy generosos en cuneo a avituallamiento.
Tenía pensado que si aguantaba la primera de las dos vueltas sin que Pedro me cogiera, podría salvar un tiempo decente en la bici, pero a menos de la mitad de la prima vuelta, me pasó como si fuera un tren de alta velocidad...
Aguanté como pude el resto del segmento bici. Y por fin, llegué de nuevo al box para volver a correr, esta vez, sólo 2,8km. Me costó ponerme erguido por el dolor de espalda tan fuerte que llevaba, pero a los pocos metros se me fue disipando. No llevaba ni 1 kilometro cuando vi de lejos a mi hermano Pedro, que con tirones y calambres, le costaba correr. Lo cogí cuando estaba parado estirando, le pregunté si necesitaba de mi y respondió negativamente.
En ese momento yo iba redondo, me sentía un guepardo veloz y no me temblaba el pulso por ir al máximo de lo que podía, sabía era muy poca distancia y había que darlo todo.
Torcí la última curva para acometer la línea de meta, una vez más allí estaba mi familia y algunos amigos que habían venido a acompañarme y echar un buen día de domingo en el campo.
Finalmente Pedro cruzó la línea de meta con un sabor agridulce, pero logró superar los dolores que le acecharon y acabar la prueba.
Felicitar de corazón a la gran organización de la prueba y a los ganadores, en especial a María Pujol, que pude acompañar de cerca durante unos kilómetros de carrera a pie.
Si hay ahí, gracias por estar
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