martes, 11 de marzo de 2014

Alguien bien dijo que "más vale tarde que nunca", y hoy me viene de miedo, ya que esta crónica que estás leyendo pertenece al maratón de Sevilla en su 30 edición, que fue ya hace más de 2 semanas. Entre "pitos y flautas" (la cosa continúa de refranes) no he podido sentarme a escribirla. 

Seré algo más breve de lo habitual por aquello de que estos relatos o se hacen pronto o los detallesa se diluyen. 

Pues esa fría mañana me acercó mi querido hermano mayor Pedro, que también iba a dedicar la mañana a una sesión de bicicleta de montaña. 

Esta vez había más de 9.000 personas inscritas, más mucho corredor sin dorsal, que también había, supongo que llegaríamos a casi los 10.000 corredores.  El ambiente era inmejorable, la ciudad volcada con una de sus pruebas predilectas, el maratón. Me coloqué alocadamente demasiado hacia delante. Los corredores que me rodeaban tenían todos pinta de veloces. 

El pistoletazo sonó y todos salimos a disfrutar de una mañana ideal para el running. Sol y temperaturas suaves. 

Tenía una estrategia fijada, quería bajar de las 3h30m en esta mi segunda participación. Eso suponía bajar de una media de los 5m/km durante cada uno de los 42km. Con lo que debía mantener por seguridad un ritmo medio de 4m40/50s por km. De esta forma los números saldrían. 

Esta vez salí sólo, sin hermanos ni amigos cerca, eso a veces ayuda y otras No. Me pude centrar en correr y coger un ritmo óptimo. Sin embargo no terminaba de encontrarme bien, empece a acordarme del último entrenamiento que hice ese pasado jueves, el más rápido de mi vida. Las piernas lo notaban y en el km 7 ya notaba las piernas cargadas. Pasé por los 10k en 46m50s, algo más rápido de lo que tenía previsto pero a buen ritmo. La kilómetros iban cayendo y aunque notaba las piernas, me sentía cada vez mejor en cuanto a ritmos y cabeza. 

Llegó el paso por el hemisferio de la carrera, el paso del medio maratón, llevaba ya 1h39m y aún quedaba un ratito por delante. Seguía con las sensaciones de ir algo al límite, no tenia ni idea si aguantaría así todo lo que me quedaba. Aún así mantuve el tipo. 

A eso del km 24, me adelantó Javi Marquez y su grupo de "Los Calentitos". Iban como un tren. Me pasaron fácilmente. Hice un esfuerzo por seguirlos y me acoplé en su regazo. Volví a coger la inercia y noté que habíamos aumentado el ritmo considerablemente. Íbamos a veces por debajo de los 4m30s, aunque me sentía fuerte, veía que aún quedaban 18km e iba muy rápido, no estaba condurando fuerzas ni energía. Temía pagarlo!

Llegamos al km 30 junto al campo del Betis, seguíamos fuertes. Pero una vez llegábamos al Parque de María Luisa y de forma repentina, me entro un bajón físico. Llámalo "el muro", llámalo X, el caso es que las piernas parecían de otro. Mentalmente iba relativamente bien, pero las piernas NO. 

Notaba como me iban adelantando muucha gente. Los ánimos de la multitud de gente que se volcó con el maratón no parecían hacer ningún efecto. No podía chocar la mano ni a los niños que ilusionadamente te la ofrecían. Indudablemente estaba tocado. Noté como había parado el ritmo hasta llegar a 5m30s/km, no podía ir más rápido a pesar de mis intentos. 

Llegué a la Alameda de Hércules y allí decidí avituallarme por última vez. En marcha me tomé un plátano, naranja, Gel energético, agua y Aquarius y avanti con la guaracha. Sólo quedaban 5km. 

Casi al salir de la Alameda, vi a mi querido amigo y compañero chivo Lobo. Con sus hijos que me acompañaron unos metros. Fue sólo un detalle pero me dieron muchos ánimos. Pude aumentar el ritmo y hacer dignamente el último tramo. 

A la entrada del estadio vi a mi querida Rocio y mis hijos. Todos gritando de emoción y cruzo la línea de meta con más ganas que nunca en 3h26m45s. 

Reconozco que desde que hago deporte a un nivel de intensidad medio/alto, NUNCA había sufrido tanto. Es brutal lo que puede aguantar el cuerpo y la cabeza humana. 

Al salir del estadio, y bien lejos, mi hijo me reconoció entre tanto corredor sudoroso y vino cual rayo a darme un abrazo. No me avergüenza decir que me desmoroné entre lágrimas. Me embargaba la más primaria emoción que he sentido y me fundí en un abrazo con mi familia de los que no se olvidan. Menuda mañana echaron esperando al lento de su padre!!

Quiero agradecer a Javi Marquez por apoyarme durante muchos kilómetros que los necesitaba. A Cristi Camoyan por su inagotable apoyo y su pancarta con mi nombre. 

Y felicitar de corazón a Moncho G. Tevar por terminar su primera maratón, y con un gran tiempo y a Victor Cobo por el meta esfuerzo que ha empleado para poder también terminar su primer maratón. 

Por ultimo subrayar la actuación mi gran amigo Lucky Gutierrez que hizo el maratón y con pajaron incluido en 3h00m. Ahí es nada!!

Al resto, si alguien ahí, gracias por estar
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