El día comenzó muy temprano, me levanté a las 5:30 de la mañana para darme un baño relajante y reflexivo previo a la hazaña en la inmensa bañera del Hotel Barceló Punta Umbría.
A las 6:15h estábamos citados para un desayuno buffet libre del cual no podíamos cebarnos, ya que podía ir en nuestra contra. Comí lo habitual a lo que suelo cuando viene un esfuerzo largo físico. Mi hermano Pablo y yo, y al momento se nos unió a la mesa nuestro querido ex profesor Eduardo López Larrubia, siempre con su sabio saber estar y con mucha experiencia en sufrimientos de éste tipo. Horas más tarde daría buena muestra de ello.
A las 7:00 nos esperaba en la puerta del hotel la furgoneta de mi hermano Pedro que generosamente traía nuestras bicicletas, la suya propia y la de mi padre, que venía en apoyo a todos.
Llegamos a la playa donde estaban situados los bóxers e hicimos el check-in del material y muy dispuestos nos dirigimos hacia la orilla para ir abriendo boca con el fresquito que hacia, y probar si el agua estaba tan fría como imaginábamos. Tras largos minutos de esperaba el silbato sonaba cual sirena de bombero y...zaaass!!! Todos al agua!!!
De repente nos lanzamos al mar como sí fuéramos mahories en pleno ataque al enemigo y, ahora si, la prueba había empezado. El mar estaba algo revuelto y las boyas parecían lejos de alcanzar, pero sin esperarlo me encontré en la primera de ellas y ya se torcia a babor. Conseguí pasar los primeros momentos que hacen que vayas encontrando tu ritmo y poder concentrarte en nadar, sólo nadar. Me sorprendí cuando me vi fuera del agua y la primera de las dos vueltas ya había acabado en 15 minutos. Comencé la segunda con más ganas y decidido a pasar ya a la segunda fase del día. Una vez completada la segunda y última vuelta en el mar (picado) de 950mtr, salí corriendo hacia los bóxers no sin antes darle un beso a mis dos hijos y Rocío que esperaban con una cara de ilusion que me dieron aún más fuerzas para continuar.
Despues de vestirme para el segmento de ciclismo (botas, medias, gafas, casco, geles) y antes de salir del box, veo que Pablo entra en él habiendo salvado también el agua en 35 minutos. Chapó!
Me sentía con muchas ganas de montar en bici, el día era perfecto por su baja temperatura (ahora si, en el agua...no tanto) y sus intervalos nubosos, hacia viento y poco a poco iba haciendo mella en el esfuerzo. Se trataba de cuatro vueltas a un circuito de 24,5 km según velocímetro (23km según la organización). El recorrido era bastante agradable, había curvas, llano, subidas, bajadas, etc; me gustó. Me iba cruzando con mis hermanos y con el resto de participantes que poco a poco ibas reconociendo por el número de veces que te los acabas cruzando. El orden siempre era, primero Eduardo, luego Marcos y Pablo. Así iban cayendo los kilómetros y llegó la cuarta vuelta. Sólo quedaban un par de kilómetros para la llegada cuando veo que mi hermano Pedro iba montado en su bici y cámara en mano me acompañó hasta los bóxers. Me vuelvo a cambiar para la parte final no sin antes pasar 5 minutos de penalización en la tri-cárcel por haber, supuestamente, ido a rueda de otro ciclista, prohibido en una prueba de este tipo. Me parecieron horas las que estuve allí dentro, tenía muchas ganas de continuar y además quedaba la parte que más entrenada tenía, con la que más disfruto, la carrera a pie.
Por delante aún restaban 21km de carrera por asfalto y camino de cemento junto a las dunas de la playa de Punta Umbria. El entorno me seguía gustado mucho. La estampa era envidiable, decenas de corredores embutidos en sus indumentarias de triatletas con gestos de esfuerzo, sufrimiento y satisfacción. Esta prueba es una prueba, en parte, de cabeza y en esta última fase es donde te das cuenta de ello. De fuerzas vas ya listo, aunque vayas relativamente bien, no tienes la seguridad de por cuánto tiempo, al menos los que nos estrenábamos. La primera vez, ya se sabe, se añade la inexperiencia del no saber y eso desorienta un poco. Aún así, decidí ir al mejor ritmo que pudiera mantener, no quería ser demasiado conservador. Las sensaciones eran alucinantes, sin pretender caer en cursiladas, pero es cierto, había llegado a la carrera a pie de un reto que me marqué hace unos meses y el cual tenía un poco encumbrado por su dureza y duración en horas. No sólo había llegado hasta ahí si no que me encontraba fuerte y con ganas de correr, no me lo creía. Decidido a aprovechar el momento continué corriendo, me iba cruzando a los mismos atletas que en la bici llegué a identificar, pero ahora corrían. También me iba cruzando con mis hermanos y en cada vuelta, con mi familia, mi cuñada Ana, mi encantador sobrino Pablo, Marcos López, una vez más, y Pedro que continuaba multiplicandose para estar con todos y volcarse en apoyos de todo tipo: GRACIAS!!
Llegó la última vuelta y me enfilaba a meta como un tren (o eso me parecía a mi), allí me esperaba mi hijo Lucas que llevaba 5 horas y 38 minutos esperando a entrar en meta corriendo conmigo. Su cara de ilusión me hizo llorar de la emoción y entramos en un abrazo en meta. Le colocaron la medalla de finisher y parecía que sí, reto conseguido.
Una vez más me sentí vencedor de mismo, de veras, la sensación es tremenda!
Agradecer a Rocío por el día que echó dedicada a TODO, a mi cuñada Ana, una grande, sentimos todos vuestro apoyo constante! A Marcos López que siempre que puede viene a apoyarnos, a mi padre que se desplazó con nosotros. Y como no, a Pedro, el apoyo perfecto!
Por ultimo quiero destacar la enorme carrera de Eduardo López Larrubia, del enorme salto de calidad de mi hermano Marcos, que cubrió todas y cada una de las pruebas con unos tiempos asombrosos y en especial a lo que considero la machada del día, la de mi hermano Pablo. Sin haber montado en bici en meses y sin haber nadado en semanas, terminó la prueba en apenas 6 horas. De verdad Pablo! Ole! Y ole todos vosotros, por seguir ahí!!
Si hay alguien ahí, gracias por estar
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Enhorabuena Lucas!.
ResponderEliminarLlevo tiempo siguiendo tus relatos. Me llamó la atención el nombre "del bar al Ironman" porque en cierto modo me sentía identificado con el nombre y la verdad es que he disfrutado con vuestros relatos.
Además, compartes tu afición con hermanos y creo que vivir esas experiencias de superación con familiares debe ser doblemente motivador.
Yo aun no tengo este nivel, lo veo complicado, aun me vence la vocecita que te convence de que pares, pero no me rindo, poco a poco voy haciendo más kilómetros y disfruto con la carrera. Quien sabe, igual acabo en un Ironman!.
Bueno Lucas, una vez más enhorabuena y no dejes de escribir relatos porque de verdad que son motivadores para los que nos gusta el deporte (y los bares).
Hola Juanjo,
EliminarMuchas gracias por tus palabras. Me alegro sigas el blog y que estés entrenando y mejorando en la carrera. Así empece y la cosa se disparó...jejeje. De dónde eres? Un afectuoso abrazo!