La cosa empezó el Jueves a las 6:00h en Plaza de Armas, donde recogí a Marcos, que traía muchas ganas de comenzar "la expedición". A eso de las 9 nos plantáramos en Granada y comenzamos a subir por un pista que cada vez se iba estrechando más e inclinándote hacia arriba.
Cuando parecía que no llegábamos a ningún lado, Marcos empezó a tener claro que íbamos en la dirección correcta. Llegamos a una zona que a priori no nos gustó demasiado, eso de encontrarte varios coches a 2.300mtr como si fuera el parking de un súper, no alentaba mucho. Sin embargo luego veríamos que no nos encontraríamos prácticamente con nadie durante todo el camino.
Una vez teníamos la mochila en la espalda y con ganas de empezar, Marcos localizó unos troncos que nos podrían servir para calentarnos algo por la noche, ya que se esperaba frío. Los empaquetamos como pudimos con cuerdas y me los monté en la espalda. Empezamos a andar a las 11:00h.
No habían pasado ni hora y media larga, cuando avistamos el refugio de Piedra Partida. Un bello refugio enclavado en la montaña y situado con unas vistas majestuosas que permitían ver los mejores picos de la sierra justo en frente nuestra, Mulhacén, Alcazaba, Veleta.... Nos hicimos unos bocadillos y dejamos casi todo en el refugio para poder continuar más ligeros de peso. Realmente ahí, comenzaba la ruta.
Anduvimos cogiendo altura y era inevitable jadear, hasta que ibas acostumbrándote al oxígeno. A buen ritmo y por una ruta bastante atractiva, fuimos cogiendo altura hasta llegar al Puntal de los Cuartos a 3.100mtr. Allí hicimos un descansito y tras carcajadas y charlas, continuamos. La idea era bajar hasta los famosos "Lavaderos de la Reina", a través de un gran pedregal que a priori parecía poco, pero que duró un buen rato. Bajar por las piedras cansa los cuadriceps de lo lindo. Menos mal que esta vez nos ha pillado, al menos a mi, Marcos suele estarlo, en forma y disfruté mucho mucho todos y cada uno de los esfuerzos.
Llegamos a los Lavaderos de la Reina y la gran cantidad de nieve no nos permitía ver los fabulosos riachuelos y cascadas, si podíamos ver algunos pero la mayoría sonaban debajo de nuestros pies, donde la nieve aún mantenía una capa considerable de nieve. Bueno, no tan considerable, por que en varias ocasiones metimos el pie y atravesamos ese pequeño escollo.
Eran ya casi las 18:00h y volvíamos al refugio después de casi 7 horas de caminata en altura y llegamos a cubrir más 1.200mtr de desnivel acumulado positivo.
Al llegar al refugio apreciamos que aún no había ningún otro montañero y que nuestras cosas seguían intactas. Nos calzamos las zapatillas de correr y nos lanzamos, literalmente, monte abajo por una ladera con una inclinación muy muy importante. El sendero iba zigzagueando por la misma. Cuando íbamos cual rebecos monté abajo, avistamos a 3 montañeros que subían dirección al refugio. Nos paramos a hablar con ellos y a "adelantarles" que eramos sus compañeros durante esa noche. Continuamos corriendo hasta que llegamos a un bosque de abetos, donde decidimos dar media vuelta y comenzar una de las subidas más inclinadas que he subido nunca corriendo. A medio camino miramos hacia arriba y nos impresionó ver a los otros montañeros arriba, parecía que estaban en el cielo, de lo arriba que se les veía.
La noche llegó sin antes disfrutar de un atardecer espectacular, aunque el frío empezó a calar en nosotros y entramos dentro para ir preparando el fuego. Cenamos entre charlas y risas con los otros montañeros, hasta que a las 22:30h nos tiramos al suelo, de piedra y muy frío, para dormir encima de un aislante de apenas 2 cm de grosor. Dentro del refugio y a pesar de la chimenea, no haría más de unos 3 grados dentro.
No pudimos ser muy perezosos por la mañana y con el primer rayo de sol nos despertamos y desayunamos. Nos despedimos de los montañeros para volver al coche andando monte abajo.
La mañana se esperaba grande grande. Habíamos preparado una carrera a pie por la preciosa Vereda de la Estrella. Una ruta conocida por nosotros y nuestro amado club alpino, pero que nunca lo habíamos cubierto corriendo. Con las piernas algo cargadas pero con muchas ganas, comenzamos la jornada deportiva. Nos esperaban 20k de carrera por la montaña con imponentes vistas y abundante vegetación. Subimos y subimos hasta que llevábamos casi 10k cuesta arriba, con algunos desniveles que costaba hacer sin andar, las piernas empezaban a hacer mella y comenzábamos a sentir el día anterior. Aún así, llegamos hasta Cueva Secreta, una vez allí y tras 75 minutos corriendo, decidimos dar la vuelta y bajar.
La bajada fue espectacular, parecíamos gacelas cuesta abajo, parecía que nada podía con nosotros. Marcos apretó en los últimos 2 km y se distanció algo por delante. Una vez abajo y con una sonrisa de niño pequeño nos abrazamos u nos bebimos medio litro de cerveza alemana con los pies metidos en el río caudaloso.
Estábamos que nos hubiéramos comido a un rebeco vivo pero decidimos entrar mejor en un bello restaurante a los pies del río. Comimos como reyes y nos dispusimos a volver a Sevilla.
He sentido grandes momentos en apenas 48 horas, deportivos, humanos y sobre todo de hermandad plena!
Ha sido un viaje casi terapéutico, volvíamos con las cabezas muy despejadas y con un entrenamiento que nunca olvidaré: GRACIAS MARCOS!!
Os dejo unas fotos y colgaré unos vídeos ellos próximos días.
Si hay alguien ahí, gracias por estar
Clic
que buenas imagenes... y que buen rollo!!!... envidia cochina!!! (es lo que tengo yo)... animo Lucas!!... se acerca el IRON MAN!!
ResponderEliminar