viernes, 25 de enero de 2013

Estaba al límite, jadeaba, estaba agotado, notas que vas a una velocidad superior a la que tu cuerpo es capaz de recuperar y vuelven las dudas, te preguntas tantas cosas, te planteas otras tantas...sin embargo, empiezas a respirar bien y todo vuelve a entonar un halo de normalidad, el cuerpo vuelve a sentir el ritmo y la cabeza retoma el control de la situación. Sientes que la confianza vuelve a estar presente y ves las cosas de forma positiva.

Éste tipo de sensaciones te hacen sentir que tu cuerpo va ligado a tu cabeza, y que aunque el poder de la mente es fundamental e imprescindible, tu físico es el otro tanto por ciento que el engranaje espera para un ritmo rodado y constante.

Afortunadamente no me ha pasado esto que describo desde hace tiempo, pero sí me enviaron un email ayer preguntándome sobre esta cuestión. Y pasa más a menudo de lo que parece. Mi experiencia me dice que cuando empezamos una rutina física y frecuente, solemos ir mejor de cabeza que de físico, con lo que podemos extra limitarnos en ritmos altos y sesiones demasiado largas. Es entonces cuando el cuerpo puede alarmarse y darnos un toque de atención.

Con lo que la conclusión debe ser que mejor vayamos "piano-piano", el cuerpo asimila mejor un entrenamiento progresivo que uno "radical". Si por cualquier circunstancia dejamos de hacer actividad física, con un entrenamiento sólido, el cuerpo tardara más en perder esa base conseguida que si lo hemos conseguido en pocas semanas.

Quiero recordar que no pretendo ser ejemplo de nada ni para nadie. Sólo quiero contar mi experiencia, la que vivo , sufro y disfruto a diario. Podemos cambiar las cosas, y muchas veces, las cosas pueden cambiarnos a nosotros.
De nosotros dependerá coger las riendas y manejarlas a nuestro mejor antojo.

Hoy traigo la historia de, quizás, el mejor alpinista de la historia. El gran Reinhold Messner, natural del sur del Tirol. A edad muy temprana, y en el descenso del Everest con una expedición británica, falleció su hermano. Muchos culparon a Reinhold de su muerte, por lo imprudente de su estilo alpinista.

La tragedia no desalentó a Messner, que llevaba la montaña en la sangre, ya así en 1978 iba a rubricar la primera de sus grandes aventuras: la ascensión de los 8848 m del monte Everest sin bombonas de oxígeno, un desafío que ningún alpinista había superado. Le acompañó en la empresa un montañero austríaco, Peter Habeler, con quien ya había escalado el Gasherbrum (8068 m).

Durante ocho años Reinhold Messner intentaba recuperarse de la muerte de su hermano, viajando al Nanga Parbat,imaginando que bajaba de un glaciar y se metia en su carpa, pero siempre abandonaba. No fué hasta el año de 1978 dio un gran salto dentro del alpinismo y el himalayismo mundial: Reinhold Messner escaló en solitario y sin ninguna ayuda de medios técnicos. Abriendo una nueva vía de ascenso y descenso al Everest, que descubrió en solitario. Ahí es nada.

Si hay alguien por ahí, gracias por estar
Clic

0 comentarios:

Publicar un comentario

Blogger templates