miércoles, 10 de abril de 2013

No ceso en entrenar al nivel que me permiten mis dolencias, quiero progresivamente sentir el esfuerzo de la recuperación. Ayer fue un día de esos en que sales a correr buscando sensaciones, dejando a un lado el reloj y las prisas y te fijas más en el terreno y vas pensando en múltiples cosas.

Salí a correr con mi hermano Pablo, que anda algo bajo de motivación deportiva, que no de forma. Decidimos cambiar el circuito habitual y tirar para una zona de campo que atraviesas por carriles que suben y bajan. Cubrimos una distancia de 11k. Pero tu no estas lesionado? Si que lo estoy, pero tengo una lesión que estoy aprendiendo a darle esquinazo para el correr. Cómo? Pues corriendo con las zapatillas Merrell Barefoot. El cambio postural es tal, que no noto NADA de dolor en las rodillas. Eso si, los pies una vez llego, los tengo derrotados. Te obliga a correr como si lo hicieras descalzo, o sea, casi de puntillas. Las piernas empiezan a adaptarse, de hecho hoy no me resiento (ni arrepiento) del esfuerzo. Poco a poco.

Hoy buscaré el hueco al mediodía para nadar, estoy "falto" de agua y me apetece nadar. Quizás haga entre 2,5 y 3 km. Sin duda el agua es el deporte que más se pierde la forma cuando paras un poco.

El otro día, leyendo el blog de Kilian Jornet (ultra trail runner español y quizás el mejor corredor de la historia, sin exageraciones de por medio), contaba las distintas sensaciones que tiene un deportista según sean sus objetivos (ahí tendría mucho que decir Einstein con su teoría de la relatividad...). Acabó primero en una de las pruebas más duras del mundo, 9 horas corriendo sin parar por la montaña con desniveles de vértigo. Llegó primero marcando una distancia con el segundo de bastantes minutos. Pues llegó a meta por la tarde, fue al hotel y por la mañana decidió ir a desayunar a una cafetería en la plaza del pueblo donde estaba situada la meta en este pueblecito de montaña alpina. Estando desayunando veía como aún llegaban corredores a meta, después de muuuuchas horas corriendo. Llegaban llorando de la emoción de haber llegado a meta, de haber conseguido un reto que la gran mayoría de la gente nunca conseguiría, por su dureza y por la gran resistencia física y mental que comportan algo así. Pues relataba Kilian que la tarde anterior no había quedado satisfecho con el tiempo que había empleado para terminar la prueba, y sin embargo le causó mucha impresión ver cómo llegaban esa mañana los corredores, llorando de emoción. Pues la conclusión era que realmente esos corredores si que se sentían campeones por el trabajo realizado, se sentían vencedores de sí mismos. Cuando tus objetivos son otros, la felicidad te invade de igual forma. No sufras por ambición, sufre para disfrutar de tu momento. Si llegas primero y no eres feliz, algo no funciona. Si llegas último, pero llegas y eres feliz, el trabajo se ha hecho bien.

Si hay alguien ahí, gracias por estar
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