martes, 16 de abril de 2013

Van pasando las horas incluso ya días, y no se me van las imágenes del triatlón del sábado. Recuerdo como propio muchos momentos del día, del sufrimiento que vi en las caras de los participantes, y más en concreto, de la que tenían mis hermanos.

La mañana empezó algo estresada, bajé algo tarde al Centro de Alto Rendimiento y cuando llegué al sprint a la zona donde salían del segmento agua, vi que ya iban lanzados nadando. No podía distinguir a nadie en especial, pero ya me imaginaba qué podrían estar sufriendo los valientes.

Durante el ratito que tardaron en empezar a llegar al final del recorrido acuático, me dio tiempo a pensar en las ganas que tenía de hacer la prueba y la rabia contenida que te da una lesión.

No obstante hoy no era día para lamentaciones si no para disfrutar de la jornadas y apoyar al máximo a los participantes, en particular a mis hermanos.

Marcos salió pronto del agua, con una cara sonriente y mirándome fijamente a los ojos. Le vi animado e iba derecho y decidido a por la bici. Pedro salió al ratito con peor cara, había sufrido una mala experiencia con el neopreno y le había Co atado mucho entrar en calor y ritmo.

Durante más de 3 horas les perdí el rastro, no era para menos, estaban yendo al Ronquillo y volviendo por esas carreteras que crestean mucho y quien las haya recorrido, sabe lo duras que se pueden hacer.

Calculando el tiempo en mi cabeza, me situé en la entrada a los bóxers para ver con facilidad la llegada de ambos. Vi primero a Pedro, venía con buena cara pero con gesto algo cansado, no era para menos. Además comenzaba la carrera a pie para él, no es su especialidad, y encima eran 21k bajo un sol aplastante.

Marcos llegó a los 10 o 12 minutos, venía con buena cara pero con las piernas cansadas y con calambres, aún no sabía lo que le esperaría en los primeros kilómetros de carrera.

Me calcé los patines y me coloqué en su sitio que pudiera unirme fácilmente a Marcos para acompañarlo. Rápidamente me pasó por delante y le seguí de cerca sin querer agobiarlo. Al instante me di cuenta de que las piernas las tenía bastante tocadas, no le respondían con claridad y encima se le quedaban al borde del tirón. Intenté ayudarle como buenamente podía sin demasiado éxito.

Parecía que poco iba entrando en calor y decidí avanzar a ver cómo iba Pedro, que iba por delante. Con los patines todo resulta más fácil y le di caza rápido. Lo vi tocado, más de lo que esperaba, los 2 primeros kilómetros lo había hecho literalmente a pie, intentando evitar los calambres y tirones que se le sucedían sin parar. También y tras un esfuerzo mayúsculo, fue cogiendo un ritmo cómodo para poder continuar. Llegó el kilómetro 4 y Marcos alcanzó a Pedro, ambos intercambiaron algunas palabras e intentaron recomendarse lo mejor para poder continuar. Tras unos minutos, Marcos recobra el ritmo y Pedro hace lo propio.

El calor aplasta literalmente las fuerzas y el sol hace mucha mella en los corredores. Que van con la lengua fuera y me piden agua cada vez que me cruzo con ellos. Viendo el panorama, decido adentrarse en un barrio "oscuro" de la zona y busco un bar desesperado para comprar agua. Después de preguntar en dos, encuentro uno que por fin tiene la cantidad de agua que necesitaba. Compro 14 botellines de agua muy muy fría. Las guardo en la mochila y me lanzo de nuevo al recorrido. Doy agua sin límite a quienes veo más fatigado, que a estas alturas son muchos.

Voy acompañando a ratos a Marcos, a ratos a Pedro, intento repartir lo más democráticamente mi tiempo para que se sientan lo más arropados. Yo mismo empiezo a notar el calor.

Marcos entra en la recta final a meta y parece que no se ve tan afectado, este hermano mío parece coger el ritmito cuando más dura se hace la cosa. Después de escasos 10 días de entrenamiento , va a acabar la prueba, una prueba que la gran mayoría tenemos que trabajar desde meses atrás, a él le han bastado unos días para cogerle el pulso. Enhorabuena Marcos, lo has conseguido.

Voy para atrás para alcanzar a Pedro y acompañarle en el último tramo, mi otro hermano Pablo, también viene acompañando a Pedro. Ha hecho un alto en su trabajo para venir y arropar a los campeones.

La recta final se ve a un palmo, Pedro no puede casi mirar hacia arriba, me pregunta si se ve la meta. Mientras va acercándose se cruza con un grupo que hace una batucada, le tocan en especial a Pedro y se viene arriba, quien no?

Los dos lo han conseguido, el éxito de ambos los siento como propios, son mis hermanos y aunque de otra forma, he sufrido a través de ellos, me he emocionado mucho más de lo que pensaba y las ganas que tenía de participar en esta prueba se han multiplicado por 1.000.

Enhorabuena a los dos, me siento orgulloso de vosotros y de cualquier persona que decida afrontar un reto así.

Si hay alguien ahí, gracias por estar
Clic








0 comentarios:

Publicar un comentario

Blogger templates